Flybondi, el ruido, las luces y el Síndrome (de tirar) Cualquiera
Hace un par de semanas, ya había aparecido el concepto en otro diario. Pagina 12 había titulado un artículo » Un síndrome llamado Flybondi». Lo había ubicado convenientemente como una pieza de opinión. Porque esa es la naturaleza de la opinión, al menos para ese artículo: farfullar sobre una sensación y llamarla enfermedad. Ponerle un nombre, catalogarla dentro del baremo de malestares medibles como un síndrome. Bajo una escala que no tiene medida alguna.
En otra nota de hoy, Infobae vuelve a recurrir al término síndrome, extrañamente. No es una palabra que salga naturalmente en el proceso de redacción de un artículo sobre aviación, o aeropuertos. Pero en este caso, hay un cambio: se presenta como un artículo de la sección Sociedad.
En los dos casos, se presenta el sufrimiento de los vecinos del aeropuerto de El Palomar como evidente. Se presentan pruebas de casas agrietadas. De gente que escucha aviones aún cuando no están volando.
Se habla del ruido ensordecedor e inhabilitante de los 737-800, cuando en el mismo aeropuerto operaron y operan Lockheed C-130, Boeing 707 y Fokker 28, que generaron y generan niveles de ruido y vibración inmensamente mayores a los de la serie 737 con motores CFM56-7B27.
Pero en este artículo me voy a detener en una de las pavadas que dice, para poner blanco sobre negro en un aspecto específico. Vamos a la fuente:
Creo que el chequeo de datos es una de las principales herramientas del periodismo. Y si bien reconozco que da fiaca -y hasta un poco de miedo- ir a la ruta 201 a chequear si efectivamente las luces del alumbrado público se apagan en un tramo del camino, no hace falta más que Google Maps -desde la tranquilidad de una redacción, o desde el celular- para ver que no hay un solo tramo de la ruta que se encuentre paralelo a la pista.
Ya vamos a encarar el tema del ILS de los aviones -necesita de un post aparte-, pero quiero detenerme en la debilidad manifiesta del argumento. Por qué se toma una afirmación como una verdad absoluta, desde una de las partes interesadas, y no se la somete a una verificación con algún dato de la realidad? No llama la atención de nadie -redactor, editor responsable- algo tan ridículo como la teoría de apagar las luces de la ruta porque está paralela a la pista, cuando no está paralela a la pista?
Se me ocurre pensar que no se verifica ese dato porque no importa verificarlo. Importa armar una historia que plazca a un grupo, que se ajuste a lo que queremos decir, más que a lo que pasa. Y lo más triste es que si dedicaran 15 minutos a investigar un poco y saber de qué se habla, habría una interesante serie de afirmaciones para hacer.
Podríamos hablar de Desorientación Espacial o Ilusiones Sensoriales. Porque es un concepto que existe, y que hay que explorar. No han sido pocas las veces que en condiciones de operación marginales hubo confusiones entre el umbral de pista y los alrededores. En este video, un A320 de Air Canada hace un escape porque estaba alineado para aterrizar sobre una calle de rodaje. Pudo haber sido una tragedia, ya que en la calle había cuatro aviones cargados de pasajeros (dos 787, un A340, un 737).
Hubo varios casos de accidentes donde estas confusiones son piezas clave. Pero lo importante es que apagan las luces de la ruta. Asco dan.
Hay un montón de circunstancias que tener en cuenta. Ya hablaremos de ellas en detalle. Se pudo haber avanzado por el lado del sistema de balizamiento de Palomar, que es deficiente hace años. Por sus mínimos de operación, elevados por falta de sistemas actualizados. Por la falta de grooving en la pista, por su Landing Distance Available, por un montón de cosas. Pero no. Ruido y las luces de la ruta. Vibraciones de casas a quince cuadras.
Creo que ése es el síndrome Flybondi. Poner en el centro de la escena a la compañía, y hacerla partícipe necesario de todos los males de Hurlingham y la aviación comercial Argentina. Y por propiedad transitiva, atacar el modelo low cost. Y un 737-800, en todas sus variantes, hace el mismo ruido independientemente de la compañía. Y hay mil aeropuertos en el mundo con poblaciones cercanas, mucho más cercanas a las operaciones. Pero se cita el cierre de Berlin Tempelhof, claro. Y THF cerró porque se buscaba potenciar Schönenfeld, que todavía no abrió.
Lo que se omite es que hubo un referendum por THF, impulsado por… residentes de la zona del aeropuerto que querían conservar una terminal urbana. Si bien la posición a favor de dejarlo abierto ganó con el 60,2%, el porcentaje de votos calificados fue menor al necesario y de todos modos no era vinculante. Pero claro, es mejor decir que la tendencia es cerrar aeropuertos urbanos. Conviene más. Prueba un punto.
Prueba el punto que no se informa en serio. No se pone a prueba lo que se recibe de una parte, no se lo confirma, no se lo cruza. No hace falta. Alcanza con ser un simple propalador de una postura, mientras coincida con los intereses que defiendo. Y así es como llega la información a la gente. Sin filtro. Ni el del sentido común. No se presentan datos para que la gente forme una opinión. Se presentan opiniones para que sean tomadas como dato.
Y eso es lo grave. Repetir tantas veces algo hasta que se transforme en verdad. No debería funcionar, pero funciona. Ahí los ves, repitiendo gansadas sin sustento por todos los canales. Apelando a la pena propia o ajena. Discutiendo lo irrefutable. Tratando consecuencias como causas. Y en el medio, el que quiere saber, o el que quiere aprender, o el que se quiere informar. Lidiando con la intención de uno y la pelotudez de otro. Y no hay café que valga: no saben. Y dicen que sí. Y lo que dan es pena.
Esa es la verdadera enfermedad. Tomar a la gente de idiota y presentar opiniones como verdades. Desde acá, el compromiso de siempre: presentar datos, y que la gente llegue a las conclusiones que quiera, pero desde la información. No desde la rosca antojadiza de unos cuantos.