Ex oficiales alertan que China superará a EE.UU. en poder aéreo
La PLAAF exhibe drones furtivos y prototipos de sexta generación, generando alarma en expertos cercanos a la USAF.
Un reciente informe del Mitchell Institute for Aerospace Studies, centro de pensamiento ligado a la Air & Space Forces Association (AFA), advierte sobre una preocupante brecha en capacidades entre la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) y la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación de China (PLAAF). Según el documento, recuperar la superioridad que Washington ostentó durante la Guerra Fría demandaría inversiones sostenidas de entre 20.000 y 30.000 millones de dólares anuales.
El estudio, titulado “Winning the Next War: Overcoming the Air Force’s Capacity, Capability and Readiness Crisis”, fue elaborado por John “JV” Venable, coronel retirado de la USAF y senior fellow del Mitchell Institute. “Necesitamos dinero ahora”, afirmó el autor, señalando que la fuerza ha envejecido, se ha reducido en número y ha visto erosionada su preparación operativa, mientras que sus adversarios “han crecido en capacidad, invertido en nuevas tecnologías aéreas y aumentado su nivel de alistamiento”.
Edad y disponibilidad de las flotas
De acuerdo con el informe, la edad promedio de la flota de cazas de la USAF es de 26 años, con apenas un 24 % de aeronaves de quinta generación. La PLAAF, en contraste, opera un inventario mucho más joven, con una edad promedio de 8,6 años y cerca del 20 % de sus cazas en la categoría stealth. Este diferencial no es meramente estadístico: se traduce en mayores tasas de disponibilidad. Mientras que la USAF registra índices de capacidad de misión inferiores al 59 %, se estima que la PLAAF alcanza valores cercanos al 90 %.

El número de aeronaves “combat-coded” —aquellas realmente disponibles para operaciones de combate— también revela una situación desfavorable para Washington: apenas 750 cazas y 121 bombarderos listos, frente a 1.142 cazas y 197 bombarderos chinos. “Si Estados Unidos tuviera que enfrentar a China, debería concentrar todo su poder aéreo, y aun así lo haría en condiciones de inferioridad numérica inéditas”, advirtió Venable.
Las horas de vuelo, el talón de Aquiles de la USAF
Otro indicador crítico es el nivel de horas de vuelo de los pilotos de combate. Durante las décadas de 1980 y 1990, los aviadores de la USAF promediaban 16 horas mensuales y eran considerados listos para la guerra contra un adversario par (peer war ready). Esa cifra cayó a 10 horas en la década de 2010, nivel calificado como mínimamente listos para misión de combate (minimally combat mission ready). Desde 2020, el promedio se mantiene en torno a cinco horas al mes, apenas suficiente para la categoría de capacidad básica de misión (basic mission capable). “A ese ritmo, aumentan los errores, los accidentes y se degrada la competencia en todas las fases de la misión”, subraya el informe.
La PLAAF, por su parte, asegura un flujo sostenido de repuestos, personal de mantenimiento y horas de vuelo, factores que fortalecen la preparación de sus tripulaciones de combate.
Tecnología emergente: China acelera en UCAV y sexta generación
Más allá de la disponibilidad, la brecha también se amplía en el terreno tecnológico. El reciente desfile militar en Pekín mostró por primera vez un par de drones furtivos de gran tamaño, de dimensiones comparables a un caza J-10 y con rasgos de avión de combate de altas prestaciones. Se trata de UCAVs sigilosos, probablemente supersónico y con capacidad de portar armamento en bodegas internas, lo que lo ubicaría en una categoría equivalente a un “caza furtivo no tripulado”.
China mostró toda una gama de al menos cinco nuevos drones de combate, considerados equivalentes —e incluso superiores en algunos aspectos— al concepto estadounidense de Avión de Combate Colaborativo (CCA, por su sigla en ingles). La gran diferencia es que, mientras el CCA apunta a plataformas más asequibles y de apoyo, al menos uno de estos drones (conocido por ahora como Type B) fue presentado como un UCAV de superioridad aérea no tripulado, un campo en el que la USAF, al menos públicamente, no posee aún un desarrollo avanzado.
En paralelo, China avanza con una producción sostenida de cazas de cuarta generación avanzada y quinta generación, ritmo que podría llevar a la PLAAF a superar a la USAF en número de aviones de última tecnología dentro de esta década.
A esto se suma el desarrollo de prototipos de sexta generación: a fines de 2024 se confirmó el vuelo de dos diseños distintos, un modelo pesado trimotor —provisoriamente denominado J-36— y un bimotor de ala lambda conocido como J-50. China se habría adelantado en la carrera por definir el estándar de la sexta generación, mientras el programa NGAD estadounidense continúa bajo un fuerte secretismo y sin prototipos conocidos en vuelo.
Una estrategia equivocada
El estudio critica la política de “divest to invest” —retirar aeronaves antiguas para financiar nuevos desarrollos— y propone mantener en servicio todos los sistemas “viables” hasta contar con reemplazos efectivos. Asimismo, insta a reequilibrar las cuentas, transfiriendo al menos 8.000 millones de dólares de I+D hacia partidas de adquisición y mantenimiento operativo.
Altos mandos de la USAF, retirados, coincidieron en que la primera prioridad debe ser la recuperación de la disponibilidad de la flota actual. “El reinicio de la preparación comienza con la disponibilidad de aeronaves y el personal de mantenimiento”, sostuvo el general (ret.) Mark Kelly, exjefe del Air Combat Command. También destacó la urgencia de fortalecer la guerra electrónica, las redes de sensores y las capacidades de cadena de ataque de largo alcance (long range kill chain) para mantener la superioridad de información.
La advertencia llega en un momento en que el Pentágono reconoce a China como su principal competidor estratégico, capaz de disputar el dominio aéreo en el Indo-Pacífico. “En los años 80 enfrentábamos un solo adversario par, la Unión Soviética. Hoy tenemos al menos cuatro, en distintos teatros, lo que dispersa recursos y agrava la brecha de poder aéreo”, concluyó Venable.
El informe refuerza la percepción de que la PLAAF ya no solo representa un desafío cuantitativo, sino también cualitativo. Con flotas más jóvenes, altos índices de disponibilidad y armamento avanzado —como el misil aire-aire PL-15—, Pekín avanza hacia una paridad operacional que cuestiona el histórico predominio aéreo estadounidense.
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