EE. UU. acelera el F-47 y otras armas clave ante desafío chino
La supremacía aérea ya no está garantizada, advierten líderes de la USAF
En una señal clara de que el margen para responder al avance chino se achica día a día, la Fuerza Aérea de Estados Unidos (USAF) acelera el desarrollo del caza de sexta generación F-47 y de otras capacidades críticas como el bombardero B-21 Raider, las aeronaves de combate colaborativas (CCA) y nuevos sistemas de armas. El objetivo: no perder terreno ante el ritmo sorprendente con el que Pekín avanza en su modernización militar, que ya incluye prototipos furtivos no tripulados, UCAV supersónicos y plataformas de sexta generación en vuelo.
Durante su intervención en la Air, Space & Cyber Conference 2025, el jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, general David W. Allvin, advirtió que la capacidad de ganar –no solo de responder– marcará la diferencia ante adversarios que no están esperando. Y en un gesto poco habitual, vinculó directamente los recientes avances tecnológicos de la fuerza con operaciones reales de alto riesgo, como la Operación Midnight Hammer, en la que más de un centenar de aeronaves estadounidenses atacaron infraestructura nuclear iraní en tres sitios distintos.
Allvin calificó la misión como “el mayor uso operacional de los B-2 en la historia”, y destacó que en apenas 30 horas tras su ejecución, el entonces presidente Donald Trump anunció un alto el fuego para concluir la “guerra de los doce días”. El general subrayó no solo la precisión de las armas utilizadas, sino sobre todo la capacidad del personal para resolver desafíos inesperados en tiempo real.
“Fue una operación compleja, imaginativa. Pero lo más impresionante fue ver cómo nuestros aviadores superaron una y otra vez situaciones imprevistas. Esa historia, probablemente, nunca se contará por completo en público”, afirmó.

Aceleración tecnológica y señales claras
El discurso de Allvin funcionó como una confirmación pública del nuevo tono adoptado por la Fuerza Aérea: el tiempo apremia, y los avances deben medirse en función del ritmo del adversario, no de los cronogramas internos. Según anunció, el primer F-47 ya está en producción y volará en 2028, mientras el programa B-21 avanza a ritmo “excepcional”, con dos aeronaves de prueba ya operativas en la base Edwards.
Además, reveló progresos en sistemas de armamento emergentes como el FALCO, un proyectil aire-aire de bajo costo contra drones hostiles, que fue integrado al F-15 en apenas un mes y cuesta menos del 10% de un AIM-9X. “Es una solución rápida y asequible a una amenaza que se multiplica”, explicó.
También destacó la innovación demostrada por los aviadores durante el ejercicio Resolute Force Pacific, el más grande liderado por la USAF en el Indo-Pacífico desde la Guerra Fría. Realizado entre julio y agosto, incluyó simulaciones realistas de despliegues a larga distancia y, según Allvin, permitió validar conceptos de generación de fuerzas más ágiles, con una cadena logística preparada para entornos altamente disputados.
Uno de los hitos técnicos del ejercicio fue el disparo más largo jamás realizado de un misil JASSM (Joint Air-to-Surface Standoff Missile), lo que refuerza la capacidad de ataque profundo sin exposición directa a sistemas antiaéreos enemigos.
El F-47 NGAD como eje del dominio aéreo
Diseñado bajo el programa Next Generation Air Dominance (NGAD), el F-47 será el primer caza tripulado de sexta generación de Estados Unidos. A diferencia de generaciones previas, su arquitectura estará centrada en el software, con una estructura modular y abierta que facilitará la integración rápida de sensores, armas y mejoras furtivas. Según Allvin, será “más letal, más sostenible y con mayor disponibilidad que cualquier otra plataforma actual”.

El F-47 también se integrará desde el inicio con los futuros drones de combate colaborativos (CCA), que volarán como acompañantes autónomos para misiones de penetración, guerra electrónica, ISR o supresión de defensas aéreas. La USAF planea adquirir al menos 200 unidades del nuevo caza, y ya adjudicó el contrato a Boeing, en un hito que pone fin a la exclusividad de Lockheed Martin como productor de cazas furtivos.
“Con el F-47 no solo estamos construyendo un nuevo avión. Estamos moldeando el futuro de la guerra y manteniendo a nuestros enemigos en alerta”, declaró Allvin en su presentación oficial del sistema.
El B-21 Raider se consolida como pilar estratégico
En paralelo, el B-21 Raider, desarrollado por Northrop Grumman, continúa avanzando en su programa de ensayos. La llegada del segundo ejemplar a Edwards AFB permitió ampliar el ritmo de pruebas y anticipar validaciones operativas antes de 2026. Con capacidad para misiones nucleares y convencionales, será el primer bombardero de sexta generación del mundo, con un diseño pensado desde el inicio para la producción en serie y la adaptabilidad futura.
El presupuesto 2026 ya asignó más de USD 10.000 millones al programa, incluyendo una expansión de la infraestructura industrial en California. La meta: alcanzar una tasa de producción de hasta ocho unidades por año y desplegar al menos 100 ejemplares en la próxima década.
China acelera, y la brecha se estrecha
El renovado impulso estadounidense responde directamente al desafío planteado por la Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación (PLAAF), que según informes del Mitchell Institute ya supera a la USAF en cantidad de aeronaves disponibles para combate y en edad promedio de sus flotas.
China también ha revelado avances significativos en drones furtivos de gran tamaño, en algunos casos con dimensiones comparables a cazas tripulados, y ha confirmado el vuelo de dos prototipos de cazas de sexta generación: el pesado trimotor J-36 y el bimotor de ala lambda J-50. Estos desarrollos, sumados a una infraestructura industrial menos burocrática, han generado alarma en círculos militares estadounidenses.

Un reciente estudio advierte que la USAF necesita entre USD 20.000 y 30.000 millones adicionales por año para recuperar la brecha tecnológica y de preparación. La política de retirar aviones antiguos para financiar programas futuros (“divest to invest”) ha sido criticada por degradar la capacidad de respuesta inmediata, en un escenario donde los tiempos de desarrollo no pueden acompañar el deterioro operativo de las flotas actuales.
“Moverse al ritmo de la victoria”
“Tenemos que movernos al ritmo de la victoria”, insistió Allvin durante su discurso. Y fue más allá: “Cuando el presidente pregunte esta noche, la semana que viene o en la próxima década si podemos hacer esto de nuevo, la única respuesta aceptable es ‘por supuesto que sí’. Tenemos que estar listos para seguir cumpliendo. Eso es lo que está en juego”.

El mensaje es claro: la Fuerza Aérea estadounidense ya no está en condiciones de esperar ni confiar en ventajas heredadas. En un entorno donde los adversarios desarrollan capacidades cada vez más sofisticadas —y con mayor velocidad—, mantener la delantera requerirá más que buenos planes: exigirá ejecución acelerada, inversiones sostenidas y una visión estratégica sin titubeos.
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