Pentágono adjudica megacontrato a Lockheed Martin por casi 300 F-35
El acuerdo por los Lotes 18 y 19 busca estabilizar la producción, pero no resuelve los persistentes retrasos del TR-3.
Apenas unas semanas después de que un devastador informe de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO) expusiera fallas sistémicas en el programa F-35, el Departamento de Defensa de EE. UU. ha enviado una señal inequívoca de su compromiso a largo plazo con la plataforma. El pasado 29 de septiembre, adjudicó a Lockheed Martin una modificación contractual por valor de $12,529,999,033 para la producción de casi 300 nuevos cazas Joint Strike Fighter.
El acuerdo, anunciado por el Pentágono, formaliza la producción y entrega de 148 aeronaves del Lote 18 y añade un pedido idéntico para otras 148 unidades del Lote 19. En total, 296 nuevos F-35 que se destinarán a las fuerzas armadas estadounidenses y a un creciente número de clientes internacionales.
Este movimiento se produce en un contexto de máxima tensión para el programa. El crítico informe de la GAO (GAO-25-107632), publicado a principios de este mes, detallaba retrasos de producción sin precedentes y una crisis en la cadena de suministro, mientras que a mediados de año, discusiones sobre recortes presupuestarios para el año fiscal 2026 ponían en duda el ritmo de adquisiciones. Sin embargo, este megacontrato reafirma al F-35 como la piedra angular irremplazable de la superioridad aérea occidental para las próximas décadas.
F-35 para EE.UU. y clientes internacionales
El contrato detalla una distribución precisa que refleja las necesidades operativas de las distintas ramas militares y el peso de las alianzas estratégicas:
- Fuerza Aérea de EE. UU. (USAF): 40 F-35A
- Cuerpo de Marines de EE. UU. (USMC): 12 F-35B (STOVL) y 8 F-35C (variante CATOBAR)
- Armada de EE. UU. (USN): 9 F-35C
- Socios del Programa Cooperativo: 13 F-35A y 2 F-35B
- Clientes de Ventas Militares Extranjeras (FMS): 52 F-35A y 12 F-35B
El volumen destinado a clientes FMS es particularmente notable, subrayando el éxito exportador del caza y su rol central en la interoperabilidad de las fuerzas de la OTAN y otros aliados clave.
Un Voto de Confianza que no Resuelve el Desafío del TR-3
Si bien el anuncio proporciona una muy necesaria predictibilidad financiera y de producción para Lockheed Martin y su extensa red de proveedores, no aborda el principal cuello de botella tecnológico que afecta al programa: la problemática actualización Technology Refresh 3 (TR-3).
El TR-3, una modernización de hardware y software fundamental para habilitar las futuras capacidades del Block 4, sigue acumulando retrasos. Esta situación ha obligado al Pentágono a aceptar la entrega de aeronaves nuevas que no son aptas para el combate, creando una "flota fantasma" en espera de costosas y complejas modificaciones futuras.
El nuevo contrato no altera esta realidad. Las 296 aeronaves de los Lotes 18 y 19 saldrán de la línea de ensamblaje de Fort Worth enfrentando el mismo obstáculo. La adjudicación, por tanto, puede interpretarse como una apuesta calculada: el DoD asegura el flujo de producción en masa, confiando en que la solución para el TR-3 llegará a tiempo para evitar un atasco logístico y operativo de proporciones mayúsculas.
En definitiva, este contrato multimillonario es una declaración de intenciones. El Pentágono no solo reafirma que no hay un "plan B" para el F-35, sino que además ejerce una enorme presión sobre Lockheed Martin para que resuelva los problemas de fondo que la propia GAO ha señalado. El desafío ya no es solo construir el caza más avanzado del mundo, sino hacerlo a tiempo, dentro del presupuesto y con la tecnología plenamente funcional que se prometió.
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