B-21 Raider: la USAF acelerará su desarrollo y ampliará su producción
Las primeras unidades del B-21 Raider podrán configurarse para misiones operativas
El Departamento de la Fuerza Aérea de EE. UU. confirmó que al menos dos bombarderos B-21 Raider estarán volando en 2026 y que, pese a tratarse de ejemplares utilizados para pruebas, podrán ser configurados rápidamente para misiones de combate. Además, la Fuerza Aérea y el Congreso norteamericanos ya destinaron fondos para aumentar la capacidad productiva de Northrop Grumman en Palmdale, California, sin necesidad de construir nuevas instalaciones.
Según reveló Air & Space Forces Magazine, publicación estrechamente vinculada a la USAF, el presupuesto del año fiscal 2026 incluye un aumento en el ritmo de producción del B-21, que será absorbido mayoritariamente por la infraestructura existente en el complejo de Northrop Grumman en la Planta 42, así como por una red de proveedores de primer nivel.
La decisión de escalar la producción se produce tras la aprobación, en enero de 2024, del inicio de la producción inicial a bajo ritmo (LRIP) del bombardero furtivo, avalada por el Subsecretario de Defensa para Adquisiciones y Mantenimiento, William LaPlante. En ese momento, el funcionario destacó que el diseño del B-21 fue pensado desde el inicio para facilitar una producción en serie a gran escala, con el objetivo de sostener una disuasión creíble.
Producción ampliada, sin nuevas instalaciones
En respuesta a consultas del medio especializado estadounidense, un portavoz de la USAF aseguró que la expansión de la línea de montaje “se realizará dentro del campus de Northrop Grumman en Palmdale, así como en algunas ubicaciones de proveedores Tier 1”. Entre ellos figuran empresas como BAE Systems, Collins Aerospace, GKN Aerospace, Janicki Industries, Spirit AeroSystems y Pratt & Whitney, que fabrica los motores del B-21.
La Fuerza Aérea explicó que los fondos asignados no se destinarán a levantar nuevas plantas —lo que implicaría mayores requerimientos de seguridad e infraestructura técnica— sino a nuevas herramientas, mejoras de procesos y capacitación de personal en instalaciones ya existentes.
De los USD 10.300 millones solicitados en el presupuesto 2026 para el programa B-21 (incluyendo I+D y producción), el proyecto de ley de reconciliación del Congreso asigna USD 4.500 millones para reforzar la capacidad industrial.
Aunque la tasa de producción del B-21 sigue siendo clasificada, actualmente se estima que rondará los 7 a 8 ejemplares por año. La meta oficial de la USAF sigue siendo adquirir “al menos 100” unidades para reemplazar a los B-1 y B-2 a partir de la próxima década, con Ellsworth AFB en Dakota del Sur como primera base operativa y centro de entrenamiento.
Aeronaves de prueba, listas para el combate
En línea con lo declarado en 2015 al momento de adjudicar el contrato del programa —entonces llamado LRS-B—, la Fuerza Aérea reafirmó que las primeras aeronaves construidas, aunque se utilicen para ensayos, están lo suficientemente cerca del estándar de producción como para ser convertidas rápidamente en plataformas operativas.
“Sí, el programa está diseñado para producir aeronaves de prueba robustas, lo más cercanas posible a la configuración final”, indicó un vocero del servicio. Bastaría con retirar el brazo telescópico de pruebas instalado en el morro y algunos instrumentos para habilitar su uso en combate real.
Aunque la USAF confirmó que habrá “al menos dos aeronaves en configuración de prueba en el año fiscal 2026”, no aclaró si estas unidades constituirán o no el inicio de la capacidad operativa inicial (IOC). La decisión final sobre ese hito recaerá en el Air Force Global Strike Command, y los criterios específicos siguen siendo clasificados.
Aumentar sí, pero con cautela
Pese a la inyección presupuestaria, el jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, general David Allvin, mostró cautela en acelerar de forma excesiva el programa. En su comparecencia ante el Comité de Apropiaciones del Senado, advirtió que no se debe ser “excesivamente entusiasta con expandir la producción más allá de cierto ritmo”.
En sintonía, Tom Jones —vicepresidente de Northrop Grumman y jefe de su división aeronáutica— declaró en junio que aumentar la capacidad pasa por ampliar el espacio en planta, el herramental y robustecer la cadena de suministro, pero que las reglas actuales impiden que las empresas recuperen inversiones anticipadas en capacidad de producción de emergencia. Cambiar ese esquema contractual, sostuvo, permitiría una expansión más ágil en todo el sector.
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