Era la fantasía de todos los que deseaban desde hace años la llegada de las low cost al mercado argentino: volar por tarifas ridículamente bajas. Y si bien, competencia mediante y con una gran ayuda de la devaluación las tarifas en dólares para vuelos domésticos han tocado pisos históricos, todavía faltaba el gran golpe de efecto: pasajes a $1.
Desde que empezó la temporada navideña Flybondi ha venido implementando una acción con pasajes a precios prácticamente regalados: el 8 de diciembre, a $8, el 9 a $9 y así sucesivamente, hasta iniciar hace algunos días una cuenta regresiva hasta la Navidad que ¿llega a su fin? hoy, ofreciendo tarifas desde un peso argentino, lo que equivale a USD 0,026 (se vendieron 90 mil pasajes en 11 días, informaron desde la low cost). No creo que hoy haya en el mundo tarifas más baratas en dólares para vuelos domésticos.
Siempre vale recordar las aclaraciones que he publicado en muchas ocasiones en notas como «Los charters estudiantiles de Andes y la conciencia aerocomercial», «En Argentina, la gente quiere volar; dejemos que lo hagan» o «¿Vieron que la gente quería volar?»:
- Al peso argentino del pasaje hay que sumarle tasas e impuestos, lo cual le agrega unos ARS 200 a cada tramo. Es así que un ida y vuelta Corrientes – Buenos Aires termina saliendo ARS 408,69. Igual es un regalo.
- Eso cubre ir del punto A al punto B con un equipaje de mano de hasta 6 kg. Todo lo demás es extra: selección de asientos, check-in en el aeropuerto, equipaje despachado, catering, etc.
- «¿Cómo ganan plata vendiendo pasajes a un peso?», suele ser la crítica de muchos que desconocen algunas características esenciales del modelo low cost (o prefieren desconocerlas por temas de agenda) y calculan que, entonces, a una aerolínea le ingresan solo ARS 189 por volar desde Buenos Aires a Corrientes, lo cual obviamente no cubriría ni el remis del piloto hasta el aeropuerto. No, a un peso venden un puñado de asientos por vuelo, el resto irá escalando como lo manden los algoritmos alimentados por mil factores (oferta, demanda, competencia, fechas, etc). Ejemplo: si hoy quiero comprar un pasaje para viajar desde Corrientes a El Palomar mañana, la tarifa es de ARS 6.599. Estadísticamente habrá gente que sí o sí tenga que viajar y no le quedará otra que abonar ese monto. Y así se va haciendo la diferencia.
- «Pero ninguna aerolínea gana plata hoy en Argentina», pueden seguir. Y sí, pero eso obedece más a factores macro (devaluación, petróleo, recesión), no a vender diez pasajes por avión a un peso. Al margen de que compañías como Avianca, Flybondi y Norwegian llevan menos de un año volando, y su apuesta está en el mediano y largo plazo (¿o qué negocios con una complejidad semejante empieza a dar plata al mes?).
- «Es la publicidad, estúpido». Sí, porque como lo vienen haciendo las low cost en todo el mundo (en el primero y en el tercero) desde hace más de dos décadas, lanzar tarifas a precios ridículamente bajos o poner a un CEO a declarar que analizan cobrar por usar los baños de los aviones hace que la prensa y la gente se ponga a hablar de la aerolínea ahorrándose mucha inversión publicitaria.
Y, al final del día, todo esto provoca que gente que por su costo nunca consideró al avión como un medio de transporte válido, se acerque al mismo, lo cual en un país como el nuestro es muy necesario desde hace décadas. Quizás ellos se animan y compran pasajes en Flybondi. O quizás aprovechando el momento comparan precios con otras aerolíneas y las eligen. Y una vez que se subieron al avión, créanme, no se van a querer bajar más.
Naturalmente esto provocará reajustes en la industria. Nada que no haya sucedido en Europa, Estados Unidos, India, Colombia, Brasil, Chile, México y tantos otros mercados más. Y es lo que genera tantas resistencias de algunos sectores. Resistencias que, aunque no comparto al 100%, las entiendo.
Pero debe haber algún punto de encuentro entre ambos extremos. Al fin y al cabo todos queremos una aviación comercial argentina más grande e inclusiva. Lo que teníamos, evidentemente, nunca alcanzaba, y por eso el transporte aéreo en nuestro país estaba relegado hace décadas, en su mayoría, a ciertos sectores socioeconómicos. Para el resto, no quedaba otra opción que viajar en micro a través de las rutas de la muerte que provocan muchos «WRZ» y «Fray Bentos» por año. Se los digo como alguien del interior que lo padeció.
Aprovechemos todos esta oportunidad de hacer crecer la industria aerocomercial argentina. Gobierno, aerolíneas y gremios deben actuar con madurez y responsabilidad, dejando cuestiones ideológicas de lado y sabiendo mirar la película completa; además, como lo he dicho mil veces, la seguridad aérea tampoco debe dejar de ser el principal foco de toda la industria; volar barato no puede ser igual a volar inseguro, y la autoridad aeronáutica tiene que ser capaz de marcar MUY BIEN EL LÍMITE y expulsar a los irresponsables: a los del lado privado, pero también a los que están dentro del mismo estado.
Cualquier tragedia, además de la irreparable pérdida de vidas humanas, significaría echar por la borda todos estos años de crecimiento (con una curva ascendente que ya había nacido en la gestión anterior), y la Argentina no puede darse ese lujo. La Argentina necesita volar.