Upkeep, Tallboy y Grand Slam: las abuelas inglesas de las bombas de los B-2 contra Irán
En la Segunda Guerra Mundial, Sir Barnes Wallis, tuvo una idea para atacar las fortificaciones alemanas: ¿y si provocamos un terremoto? 80 años después la MOP de los B-2 continúa el legado de la munición penetradora, pero con otro paradigma tecnológico.
En el ocaso de la Segunda Guerra Mundial, una nueva arma emergió de los talleres británicos, un coloso de acero diseñado no solo para destruir su objetivo, sino para generar un cataclismo localizado. La bomba Grand Slam, una mole de casi 10.000 kilogramos, y su creador, el ingeniero Sir Barnes Neville Wallis, representan un capítulo fascinante en la historia de la tecnología militar y la aviación.
Wallis, el hombre detrás de esta y otras invenciones, fue un prolífico ingeniero aeronáutico. Antes de sus famosas bombas, contribuyó al diseño del dirigible R.100 y fue pionero en el uso de la construcción geodésica en los fuselajes de aviones como el Vickers Wellesley y el Vickers Wellington. Esta estructura, ligera y resistente, fue una de sus contribuciones más duraderas a la aviación.
Las bombas Upkeep y Tallboy, nacidas de la mente de Wallis, revolucionaron el bombardeo estratégico, aunque con diseños y propósitos distintos. La Upkeep, inmortalizada como la "bomba de los destructores de presas" (Dambuster), fue un arma cilíndrica de 4.200 kg diseñada para la Operación Chastise en mayo de 1943.

Su historia se forjó en la necesidad de destruir objetivos inmunes a ataques convencionales, como las represas del valle del Ruhr en Alemania. El diseño era radical: lanzada desde un bombardero Lancaster modificado a muy baja altura, la bomba recibía un giro inverso antes de ser soltada.

Esto le permitía rebotar sobre la superficie del agua, saltando las redes antitorpedo, para luego hundirse junto al muro de la presa y detonar a una profundidad específica gracias a una espoleta hidrostática, usando la presión del agua para magnificar la explosión contra la estructura. Su empleo fue específico y único para esa audaz misión que logró quebrar las presas de Möhne y Eder.
Posteriormente, Wallis perfeccionó su concepto de destrucción de estructuras fortificadas con la Tallboy, una bomba "terremoto" de 5.400 kg (12.000 libras) que entró en servicio en 1944. A diferencia de la Upkeep, la Tallboy no rebotaba. Su diseño era altamente aerodinámico, con una carcasa de acero endurecido que le permitía alcanzar velocidades supersónicas en su caída. El objetivo no era el impacto directo, sino penetrar profundamente en la tierra junto a su blanco antes de explotar.

La detonación subterránea generaba una onda de choque sísmica que colapsaba los cimientos de búnkeres, viaductos o refugios para submarinos. El Escuadrón 617 de la RAF fue el encargado de su despliegue, logrando éxitos notables como la destrucción de los refugios de submarinos en Brest, el bloqueo de túneles ferroviarios estratégicos y, de forma prominente, el hundimiento del acorazado alemán Tirpitz en un fiordo noruego.
Pero, aunque la bomba Tallboy ya estaba en servicio, el concepto original de Wallis siempre fue un arma mucho mayor. La Grand Slam, con un peso final de producción de 22.400 libras (10.160 kg), una longitud de 7,7 metros y un diámetro de 1,17 metros, era esa visión hecha realidad. Su desarrollo aplicó un concepto revolucionario: el "efecto terremoto".

La bomba, oficialmente designada como "Bomb, Medium Capacity, 22,000 lb", era un arma de penetración profunda. Su diseño aerodinámico, con una cola que le imprimía un giro estabilizador, le permitía alcanzar velocidades supersónicas durante su caída desde más de 6.000 metros de altura. El objetivo no era una explosión en la superficie, sino que la bomba se enterrara profundamente en el suelo antes de detonar. La explosión subterránea generaba ondas de choque masivas que socavaban los cimientos de estructuras cercanas, provocando su colapso desde la base.
El diseño de la bomba era idéntico en forma al de su predecesora. Su carcasa, más gruesa que la de una bomba convencional, albergaba una carga explosiva de Torpex. Este se vertía en estado líquido y requería un mes completo para enfriarse y solidificarse. Sus aletas generaban un giro estabilizador de hasta sesenta revoluciones por minuto durante la caída, permitiéndole alcanzar velocidades supersónicas. El objetivo no era una explosión en la superficie, sino que la bomba se enterrara profundamente en el suelo antes de detonar para generar ondas de choque masivas que socavaban los cimientos de estructuras cercanas.

¿Cómo funcionaba la bomba terremoto Grand Slam?
La Grand Slam utilizaba su enorme masa y perfil aerodinámico para penetrar el suelo hasta 40 metros antes de explotar. La detonación subterránea creaba una cavidad y generaba intensas ondas sísmicas que destruían estructuras fortificadas como puentes, viaductos y búnkeres de submarinos, sin necesidad de un impacto directo.
Para transportar semejante carga, la Royal Air Force (RAF) debió modificar extensamente sus bombarderos pesados. Se crearon treinta y dos Avro Lancaster 'B1 Special'. Las modificaciones incluían motores Rolls-Royce Merlin 24 más potentes, el retiro completo de las compuertas de la bahía de bombas, la eliminación de las torretas de artillería frontal y dorsal y del radar H2S para aligerar peso. Además, se reforzó el tren de aterrizaje para permitir un aterrizaje seguro con la bomba a bordo si la misión se abortaba. El ahorro de peso llegó al extremo de quitar tres de los cuatro extintores y la escalera de acceso de la tripulación.
Debido al alto valor de cada bomba, a las tripulaciones del Escuadrón 617, la única unidad que las operó, se les ordenaba regresar a la base con su "Special Store", el nombre en clave para la Grand Slam, en caso de abortar la misión.
La precisión era fundamental. El uso de la mira de bombardeo 'Stabilizing Automatic Bomb Sight' (SABS) fue vital para alcanzar objetivos pequeños desde gran altitud. Las tripulaciones del 617 lograban una exactitud notable, lanzando las bombas desde altitudes de entre 12.000 y 15.000 pies mientras volaban a 200 millas por hora.

La historia operativa de la bomba comenzó con audacia. El Comandante del Escuadrón 617, el canadiense Johnny Fauquier, impaciente por la falta de órdenes, decidió probar el arma por su cuenta. En una entrevista de posguerra, Fauquier recordó su primer vuelo con una Grand Slam, la primera vez que alguien intentaba despegar con ella, diciendo que "en un momento, no pensé que lo lograríamos porque usualmente despegábamos con carga completa a unas 110 millas por hora y yo iba a 145. Las puntas de las alas del avión comenzaron a doblarse hacia arriba". Finalmente, el avión despegó.
El 13 de marzo de 1945, se realizó la primera prueba de lanzamiento sobre el polígono de Ashley Walk. Un testigo en tierra describió una "explosión todopoderosa" que dejó un cráter de 38 metros de diámetro y más de 10 metros de profundidad. Ese mismo día, se abortó la primera misión real contra el viaducto de Bielefeld por nubosidad, y tanto Fauquier como su Jefe de Escuadrilla, S/Ldr Charles 'Jock' Calder, regresaron a salvo con sus bombas.
La primera misión exitosa tuvo lugar al día siguiente, el 14 de marzo de 1945. El objetivo era nuevamente el viaducto de Bielefeld. Justo antes del despegue, el Lancaster de Fauquier sufrió una avería. Fauquier corrió hacia el avión de Calder intentando tomar su lugar, pero Calder, probablemente ansioso por ser parte de la historia, inició el despegue. Sintiéndose presionado, Calder voló hacia el objetivo, soltó su Grand Slam desde 11.965 pies y, aunque impactó a unos 30 metros del blanco, la detonación subterránea demolió más de 80 metros del viaducto.

Al día siguiente, el Mariscal del Aire Arthur Harris felicitó al escuadrón y afirmó que "han hecho un verdadero desastre esta vez y, de paso, han añadido otra página a su historia". En total, el Escuadrón 617 lanzó 41 bombas Grand Slam en las últimas semanas del conflicto en Europa, demostrando el poder devastador de la visión de Sir Barnes Wallis.
Un monumento peligroso y especial
Cuando terminó la 2GM y como parte de una tradición global, mucho del material utilizado en la guerra se incorporó al paisaje de sus bases como Gate Guardian, un homenaje a las máquinas y a los hombres que sirvieron desde esas instalaciones. El hogar del Escuadrón 617 era la RAF Scampton, en Lincolnshire, a casi 10 kilómetros de la ciudad de Lincoln. En el caso de la casa de los Dambusters, un Avro Lincoln y una Grand Slam eran los guardianes de la entrada.

Se asumía que la carcasa estaba vacía o rellena de hormigón, un simple monumento inerte que los visitantes y el personal veían a diario. La realidad era peligrosamente distinta. En 1958, durante unas obras de ampliación de la carretera contigua, la necesidad de mover el artefacto reveló una verdad alarmante. Una grúa Coles de 8 toneladas de la RAF, suficiente para una carcasa vacía, no logró moverla ni un centímetro.

La sospecha inicial de que la bomba estaba rellena de hormigón dio paso a una terrible conjetura que se confirmó rápidamente. Tras la intervención de un oficial de armamento de la estación, quien con sumo cuidado retiró capas de pintura y la placa base, se descubrió la presencia del relleno explosivo original de Torpex, intacto desde 1944. Durante casi una década y media, un arma con el poder de cambiar el paisaje local funcionaba como una pieza de exhibición, sobre la cual el público, sin saberlo, posaba para sacarse fotos. La operación para neutralizar la amenaza fue un ejercicio de máxima precaución.
Con la ayuda de una grúa civil de mayor capacidad y bajo una escolta policial impresionante, la bomba fue transportada en un remolque de la RAF hasta el polígono de pruebas costero en Shoeburyness. Allí, su demolición controlada no dejó lugar a dudas sobre su potencial destructivo, generando una explosión que confirmó la viabilidad del explosivo. Investigaciones posteriores no lograron esclarecer cómo un arma activa terminó de guardiana en una base.
Sin embargo, los cálculos sobre una detonación accidental en su ubicación original arrojaron un escenario catastrófico: la destrucción de la totalidad de la base de Scampton y de gran parte del norte de la ciudad de Lincoln, incluyendo su histórica catedral del siglo XIII, que habría sido reducida a escombros.
El legado de la Grand Slam en la guerra moderna: Grand Slam vs. MOP
El concepto de un arma de penetración masiva, iniciado por la Grand Slam, tiene su heredero directo en el arsenal moderno: la GBU-57 Massive Ordnance Penetrator (MOP) de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Mientras que la Grand Slam fue la solución análoga a los búnkeres de la Segunda Guerra Mundial, la MOP es su evolución digital para el siglo XXI. Con un peso de aproximadamente 13.600 kg (30.000 libras), la MOP supera en masa a su precursora y está diseñada para penetrar hasta 60 metros de hormigón armado antes de detonar su carga explosiva de más de 2.400 kg.

La diferencia fundamental radica en la tecnología de guiado: la Grand Slam dependía de la habilidad del piloto y de una mira óptica avanzada (SABS), mientras que la MOP utiliza un sofisticado sistema de guiado por GPS/INS para alcanzar su objetivo con una precisión de pocos metros.

Esta transición del bombardero de hélice Avro Lancaster al bombardero furtivo B-2 Spirit, única plataforma capaz de lanzar la MOP, encapsula más de 70 años de evolución en la guerra aérea, uniendo la visión pionera de Wallis con las capacidades tecnológicas actuales.
Grand Slam vs. GBU-57 MOP
Característica | Grand Slam (Segunda Guerra Mundial) | GBU-57 MOP (Moderna) |
---|---|---|
Peso Total | ~10.200 kg (22.400 lb) | ~13.600 kg (30.000 lb) |
Carga Explosiva | ~4.200 kg de Torpex | ~2.400 kg de alto explosivo |
Longitud | 7,7 metros | 6,2 metros |
Diámetro | 1,17 metros | 0,8 metros |
Penetración | Profunda, por efecto sísmico | Hasta 60 m en hormigón |
Sistema de Guiado | Balístico (sin guía) con mira SABS | GPS / Navegación Inercial |
Plataforma Aérea | Avro Lancaster B1 Special | B-2 Spirit |
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