China prueba al J-20 ante Occidente y ensaya cómo vencer al F-35
J-10C vence a un J-20 en entrenamiento del PLA gracias al soporte de KJ-500 y J-16D
La Fuerza Aérea del Ejército Popular de Liberación (PLAAF) estaría intensificando sus ejercicios orientados tanto a probar la penetración de aeronaves furtivas propias en entornos de defensa aérea avanzada como a desarrollar métodos para contrarrestar a plataformas de quinta generación como el F-35 Lightning II.
El J-20 habría pasado una dura prueba en sigilo
Según la emisora estatal china CCTV, el 27 de julio, un caza furtivo J-20 "Mighty Dragon" de la PLAAF habría atravesado sin ser detectado el estratégico Estrecho de Tsushima, una de las zonas aéreas más vigiladas del planeta. Este corredor, situado entre Japón y Corea del Sur, está cubierto por una densa red de sistemas de radar y defensa aérea de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, incluyendo el sistema antimisiles THAAD.

Aunque el informe no incluye imágenes ni detalles técnicos, se indica que la acción fue ejecutada por una aeronave perteneciente a la Primera Brigada de Combate de la PLAAF —la primera unidad en operar el J-20—, que habría realizado “misiones sobre el Canal de Bashi y el Estrecho de Tsushima, y patrullas alrededor de Taiwán”.
Como es habitual en este tipo de reportes, la afirmación debe tomarse con la debida cautela. La información proviene de una sección de análisis más orientada al público interno que al reporte factual, y no fue confirmada por ninguna fuerza militar de la región. Sin embargo, el solo hecho de que se promueva públicamente la idea de una operación furtiva sobre uno de los entornos aéreos más densamente monitoreados del mundo sugiere un objetivo estratégico claro: comunicar que el J-20 estaría listo para operar más allá de las fronteras chinas, incluso frente a redes de radar occidentales de última generación.
Ejercicio contra cazas de quinta generación
Más allá de sus propias plataformas stealth, China también estaría desarrollando doctrina específica para enfrentar a aeronaves como el F-35 o el F-22. Un reciente artículo del Global Times describe un ejercicio en el que un escuadrón de cazas J-10C de generación 4.5 se habría enfrentado contra oponentes de muy baja firma radar. Uno de estos J-10C habría “detectado y neutralizado” a un caza enemigo stealth simulado durante un combate más allá del alcance visual (BVR, por sus siglas en inglés).
Según el canal militar de la CCTV, el J-10C pilotado por el Mayor Xiao Nan logró impactar a un J-20 actuando como adversario gracias al soporte del sistema de combate integrado, con la intervención de aeronaves de alerta temprana KJ-500 y de guerra electrónica J-16D.
El propio piloto reconoció que su radar perdió contacto con el blanco tras lanzar el misil, por lo que recurrió a unidades aliadas para reubicarlo, sospechando interferencia electrónica o una aeronave furtiva. La información provista por sensores externos permitió al misil corregir su curso y alcanzar el objetivo.
Lejos de mostrar una ventaja táctica del J-10C sobre el J-20, el ejercicio fue interpretado como una validación del concepto de guerra en red. En un combate uno contra uno, el J-20 sigue teniendo una decidida ventaja por su baja observabilidad y aviónica de última generación, pero el ejercicio demuestra que incluso aeronaves de generaciones anteriores pueden ser eficaces si están integradas en un sistema de combate colaborativo basado en redes.
Una estrategia que ya tuvo su prueba de fuego
Esta doctrina tuvo una aplicación práctica —aunque aún objeto de controversia— en el reciente enfrentamiento BVR entre la Fuerza Aérea de Pakistán (PAF) y la Fuerza Aérea India (IAF), ocurrido el 7 de mayo. De acuerdo con fuentes oficiales pakistaníes, cazas J-10CE y JF-17 habrían derribado cinco aeronaves indias, de las cuales tres fueron confirmadas mediante evidencia fílmica. Entre ellas se encontraría un Dassault Rafale, uno de los tipos de caza más recientes incorporados por la IAF.
Utilizando una sofisticada "doctrina de combate multidominio", que prioriza la integración fluida entre sensores, sistemas de armas y operadores, la PAF pudo orquestar una efectiva "cadena de eliminación" (kill chain), cuyo último eslabón fueron los misiles PL-15 de fabricación china, disparados desde distancias de hasta 200 km.
Funcionarios paquistaníes afirmaron que la PAF fusionó datos de sensores aéreos, terrestres y espaciales utilizando una "columna vertebral" de "Data Link 17" de desarrollo propio, permitiendo a la PAF maximizar su efectividad incluso con una fuerza numéricamente inferior.
El interés chino en este evento fue evidente: en julio de 2025, el jefe de la PLAAF, el Teniente General Wang Gang, visitó Pakistán para discutir en detalle el uso integrado de sistemas de origen chino durante la batalla.
Del Himalaya al Pacífico
Estos juegos de guerra chinos, en el que se prueban los límites de las ventajas tecnológicas propias y del adversario, ocurren en un contexto de creciente presencia regional de aviones furtivos estadounidenses y aliados. El despliegue permanente de F-35A y F-35B en bases de Japón y Corea del Sur, así como el avance de los programas de modernización de flotas como las de Australia, refuerzan la necesidad para China de ensayar escenarios que involucren tanto la defensa como la ofensiva en un entorno dominado por tecnologías de baja observabilidad.

Si bien la propaganda y el secretismo que rodean estos ejercicios impiden validar con precisión sus resultados, los movimientos recientes sugieren que la PLAAF está consolidando sus ensayos operativos en escenarios cada vez más alineados con amenazas reales presentadas por las potencias occidentales.
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