Trump plantea un F-35 bimotor y una versión “Super” del F-22 Raptor
El F-22 Super podría ser el puente hacia el F-47, el primer caza de sexta generación de EE. UU.
Durante una gira por Medio Oriente, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, anunció una ambiciosa propuesta de renovación y desarrollo para los cazas furtivos de quinta generación actualmente en servicio. En un encuentro con ejecutivos de Boeing y GE Aerospace en Doha, Trump reveló planes para una versión bimotor del F-35 Lightning II –provisionalmente denominada “F-55”– y una nueva variante del F-22 Raptor, bautizada como “F-22 Super”.
Según el mandatario, el F-55 sería una evolución del F-35, aunque también deslizó que podría tratarse de un desarrollo independiente. El punto más destacado fue la propuesta de incorporar una segunda planta motriz:
“El F-35 tiene un solo motor. No me gustan los monomotores”, declaró. “Vamos a hacer un F-55 con dos motores y una superactualización del F-35, y luego haremos el F-22 Super”, afirmó Trump, enfatizando que el Raptor es, en su opinión, “el caza más bello del mundo”.
Las declaraciones del presidente estadounidense causaron sorpresa en el ámbito de la defensa, ya que incorporar un segundo motor al F-35 implicaría, en la práctica, rediseñar el avión desde cero. Esto no solo duplicaría los tiempos y costos de desarrollo y producción, sino que además contradeciría la retórica de eficiencia presupuestaria que su propia administración ha promovido en materia de adquisiciones militares.
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Fuentes citadas por Reuters especulan que el llamado F-55 podría hacer referencia al programa F/A-XX de la Armada de EE. UU., destinado a sustituir a los F/A-18 Super Hornet. Este programa está aún en etapas preliminares, y la selección de un contratista principal se esperaba para este año. La configuración bimotor sugiere que el F-55, en caso de avanzar, sería un diseño completamente nuevo, alejado de la arquitectura monomotor del F-35A/B/C.
Un F-22 que sigue vigente
Respecto del F-22 Super, el anuncio presidencial se enmarca en una secuencia de modernizaciones que ya están en curso. Como reportamos en enero, Lockheed Martin recibió un contrato de 270 millones de dólares para integrar sensores infrarrojos distribuidos TacIRST en los F-22, capaces de detectar amenazas furtivas de forma pasiva y resistente a la guerra electrónica. Este sistema, conocido como IRDS, representa un salto cualitativo en la conciencia situacional del Raptor y lo posiciona mejor frente a cazas avanzados como el J-20 chino.
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Asimismo, desde 2020 está en marcha el programa ARES (Advanced Raptor Enhancement and Sustainment), destinado a extender la vida útil del F-22 y actualizar su aviónica, incluyendo la posible incorporación del radar APG-81 del F-35 y mejoras en la fusión de datos.
La idea de un “F-22 Super” no es nueva: ha circulado durante años en forma de propuestas industriales y estudios preliminares, sin pasar del ámbito conceptual. Las declaraciones de Trump podrían marcar un giro al otorgarle un renovado impulso político, aunque por ahora no existen definiciones concretas sobre su financiación, cronograma o alcance tecnológico. Lo cierto es que cualquier actualización del Raptor deberá mantenerlo como el principal vector de superioridad aérea de la USAF, al menos hasta que el F-47 de Boeing —el primer caza de sexta generación estadounidense— esté operativo en cantidades suficientes para asumir ese rol.
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