Trump envía el USS Gerald R. Ford al Caribe en plena tensión con Venezuela
El movimiento militar más grande en el Caribe desde la invasión de Panamá en 1989.
El Departamento de Guerra de Estados Unidos anunció el despliegue del Carrier Strike Group (CSG) del USS Gerald R. Ford, el portaaviones más avanzado de la flota estadounidense, hacia el área de responsabilidad del Comando Sur (USSOUTHCOM). La medida, ordenada directamente por el presidente Donald Trump, marca una nueva fase en la escalada militar estadounidense en el Caribe y eleva el riesgo de una intervención militar directa contra el gobierno de Nicolás Maduro.
El comunicado oficial señala que la operación tiene como objetivo “fortalecer la capacidad de detección, monitoreo y desarticulación de organizaciones criminales transnacionales (TCOs)” vinculadas al narcotráfico y al terrorismo, en defensa de la seguridad del territorio estadounidense. Sin embargo, el despliegue de un grupo de ataque completo —encabezado por el portaaviones nuclear Gerald R. Ford (CVN-78) y su Carrier Air Wing embarcada— representa una demostración de fuerza sin precedentes en la región desde la invasión de Panamá en 1989.
Un despliegue de poder naval sin precedentes en el Caribe
El USS Gerald R. Ford, buque insignia de la clase homónima, constituye la cúspide del poder aeronaval estadounidense. Con 337 metros de eslora, más de 100.000 toneladas de desplazamiento y propulsión nuclear mediante dos reactores A1B, el portaaviones puede sostener operaciones aéreas continuas durante meses. Su sistema de lanzamiento electromagnético (EMALS) y el sistema avanzado de recuperación (AAG) permiten un ritmo de despegue y aterrizaje un 25 % superior al de los portaaviones clase Nimitz.

El grupo embarcado incluye cazas furtivos F-35C Lightning II, aviones de guerra electrónica EA-18G Growler, cazabombarderos F/A-18E/F Super Hornet, aeronaves de alerta temprana E-2D Advanced Hawkeye y helicópteros MH-60R/S Seahawk, proporcionando una capacidad integral de ataque, defensa y vigilancia. Estas fuerzas podrán operar junto con destructores Arleigh Burke y cruceros Ticonderoga ya presentes en el teatro del Caribe.
De las operaciones antinarcóticos a la disuasión ofensiva
El anuncio llega menos de 24 horas después de que el secretario de Guerra, Pete Hegseth, confirmara un ataque aéreo “letal y cinético” contra una embarcación vinculada al grupo Tren de Aragua, designado como organización terrorista. Según el comunicado, seis “narco-terroristas” murieron en el ataque, efectuado de noche por aeronaves estadounidenses.
Aunque oficialmente se enmarca en la lucha contra el narcotráfico, el creciente volumen de medios desplegados indica una transición de una operación policial (ya sobredimensionada) a una postura de disuasión ofensiva frente a Venezuela. A la amenza de los buques y cazas F-35B estacionados en Puerto Rico se sumaron recientemente bombarderos estratégicos B-52 y B-1B, que han realizado en las últimas semanas vuelos cercanos al espacio aéreo venezolano. Su presencia amplía el alcance operativo estadounidense y subraya la capacidad de ejecutar ataques de largo alcance si se decide escalar el conflicto.
El conjunto —portaaviones, submarinos, aviones furtivos y un contingente de más de 4.500 Marines de la 22ª Unidad Expedicionaria— constituye una fuerza expedicionaria completa, con potencial para sostener operaciones anfibias o aéreas de alta intensidad. En términos militares, cuando Estados Unidos acumula este nivel de poder de combate en un punto, históricamente no lo hace solo para presionar, sino para usarlo.
Señal de fuerza y mensaje político hemisférico
Todo parece indicar que el despliegue busca también enviar un mensaje de firmeza regional. En Washington, crece la percepción de que Trump podría buscar dar un “escarmiento militar” a Caracas, tanto para debilitar al régimen de Maduro como para reafirmar la supremacía de Estados Unidos sobre el sur del continenente americano, al que tradicionalmente considera su “patio trasero”.
Desde Caracas, el gobierno venezolano denunció las acciones estadounidenses como “agresiones encubiertas bajo el pretexto de la lucha antidrogas” y advirtió que responderá ante cualquier violación de su soberanía. Sin embargo, el desequilibrio militar es absoluto: el despliegue del USS Gerald R. Ford y sus escoltas coloca a Venezuela ante una superioridad tecnológica y operativa aplastante.
En este contexto, la presencia del portaaviones más poderoso del mundo en el Caribe no solo incrementa la presión sobre el gobierno de Nicolás Maduro, sino que también supone una seria amenaza a la estabilidad regional. Aunque América Latina no está exenta de tensiones vinculadas al narcotráfico y al crimen transnacional, había logrado mantenerse como un continente “libre de guerras”. Hoy, la línea que separa una campaña de interdicción de un conflicto abierto se vuelve difusa, y un solo incidente —ya sea intencional o accidental— podría desencadenar una confrontación directa cuyas consecuencias serían profundas para toda la región.

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