OTAN reconsidera la compra del E-7 Wedgetail como sustituto de sus E-3
El abandono de EE.UU. del E-7 obliga a Europa a considerar alternativas como el GlobalEye sueco.
La posible cancelación del programa E-7A por parte del Pentágono obliga a la Alianza Atlántica a replantearse su próxima generación de plataformas AEW&C. Saab vuelve a aparecer como opción alternativa.
La Agencia de Apoyo y Adquisiciones de la OTAN (NSPA) ha confirmado que el programa para adquirir aviones de alerta temprana y control E-7A Wedgetail “está siendo evaluado en su conjunto”. La declaración, citada por el medio Euractiv, refleja un cambio de rumbo inesperado para el Proyecto de Vigilancia y Control del Futuro de la Alianza (AFSC), apenas nueve meses después de que la alianza anunciara la compra inicial de seis E-7A a Boeing.

La decisión de Washington de suspender temporalmente su propio programa de E-7A para la Fuerza Aérea de EE.UU., sumada a las dudas planteadas por el Secretario de Defensa, Pete Hegseth, sobre la viabilidad de la plataforma en un entorno de alta amenaza, ha generado efectos inmediatos en Bruselas. Sin el respaldo financiero y logístico de Estados Unidos, el esquema multinacional para financiar la flota conjunta de 14 E-7A para la OTAN queda en entredicho.
De adquisición estratégica a interrogante presupuestario
En noviembre de 2023, la NSPA anunció que adquiriría seis aviones E-7A Wedgetail mediante el mecanismo FMS, con entregas escalonadas hasta alcanzar la capacidad operativa inicial en 2031. La elección se apoyó en criterios de interoperabilidad, disponibilidad en el mercado y economías de escala, tomando como referencia las flotas ya operativas en Australia, Corea del Sur, Turquía, Reino Unido y el propio EE.UU.
El E-7A, basado en un Boeing 737-700 y equipado con el radar MESA de Northrop Grumman, fue definido por la Alianza como la única plataforma existente capaz de cumplir sus requisitos operativos en el corto plazo. Su incorporación debía cubrir el vacío progresivo dejado por los 14 E-3 Sentry que la OTAN mantiene en servicio desde la Guerra Fría.
Sin embargo, la reciente reversión del Pentágono respecto a su propio plan de adquisición —que preveía hasta 26 unidades para 2032— ha tenido un doble impacto: por un lado, compromete el modelo de financiación compartida; por otro, eleva el costo unitario para los restantes clientes internacionales. La situación ya motivó una revisión formal dentro de la NSPA, que prometió brindar una actualización “hacia fines de septiembre”, incluyendo una nueva distribución de costos entre los países participantes.
Saab y el retorno del GlobalEye
El contexto ha reabierto la puerta a alternativas europeas, particularmente al GlobalEye de Saab, plataforma ya seleccionada por Francia para reemplazar sus propios E-3F Sentry, con la firma de una declaración de intención en junio pasado.
Consultada por Euractiv, la empresa sueca reiteró que su sistema AEW&C “sigue siendo una opción excelente” para la OTAN. Basado en el jet Bombardier Global 6000, el GlobalEye combina sensores activos y pasivos, incluido el radar Erieye ER, con capacidades multiespectro y autonomía estratégica. Su diseño modular, más reciente y de menor firma que el Wedgetail, le permite operar con flexibilidad en misiones prolongadas de vigilancia aérea, marítima y terrestre".
No es la primera vez que Saab se presenta como candidata para el AFSC: su propuesta fue evaluada en las etapas preliminares del programa, aunque perdió frente al E-7A debido a criterios logísticos y de interoperabilidad. Hoy, ante el repliegue estadounidense, el GlobalEye reaparece como una alternativa viable, particularmente en escenarios donde se prioriza la autonomía operativa europea.
La OTAN frente a una disyuntiva operativa y política
Las políticas adoptadas por la administración Trump en relación con Europa están teniendo un impacto directo sobre los programas de defensa de la OTAN. La posibilidad concreta de que Estados Unidos descarte de forma definitiva la adquisición de los aviones E-7 AEW&C —tanto desde el plano operativo como financiero— obliga a los países europeos de la Alianza a replantear el rumbo del Proyecto AFSC
En este escenario, emergen cuatro posibles cursos de acción:
- Continuar con la adquisición de los E-7A Wedgetail, asumiendo íntegramente los costos de una flota menor y con menor escala de producción, pero garantizando interoperabilidad con Reino Unido, Turquía, Corea del Sur y Australia.
- Esperar a que se resuelva el debate interno en EE.UU., donde el Congreso busca evitar la cancelación del programa mediante una inyección de fondos específicos.
- Optar por una solución ya adoptada por un miembro clave como Francia y adquirir directamente el GlobalEye de Saab, una plataforma más asequible, moderna y de entrega comprobada.
- Emprender el desarrollo de una solución AEW&C europea de nueva generación, ya sea desde cero o adaptando sensores como el radar Erieye ER a plataformas Airbus (A320 o A321), una vía que garantizaría soberanía industrial pero a un costo significativamente mayor y con plazos inciertos.
En cualquier caso, la decisión no ocurre en el vacío. Los países europeos deben definir su rumbo en un contexto marcado por un creciente alejamiento de Estados Unidos de sus compromisos con la defensa colectiva europea, acompañado de demandas explícitas de mayor gasto militar y tensiones económicas ligadas a una guerra arancelaria renovada. Para la OTAN, mantener una capacidad creíble de vigilancia y comando aerotransportado en este entorno exige algo más que soluciones técnicas: requiere una voluntad política clara de sostener capacidades críticas, incluso sin el tradicional respaldo de Washington.
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