Operación Midnight Hammer: 125 aviones para 14 bombas
Siete bombarderos B-2 Spirit ejecutaron un ataque de precisión contra las instalaciones nucleares de Fordo y Natanz utilizando por primera vez en combate la bomba GBU-57. La logística detrás de la misión de bombardeo estratégico más compleja del siglo.
En una operación de largo alcance denominada Operación Midnight Hammer, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) ejecutó un ataque contra instalaciones clave del programa nuclear iraní durante las primeras horas del domingo. La misión, que involucró a más de 125 aeronaves en un complejo paquete de ataque, empleó por primera vez en un escenario de combate la bomba de penetración masiva GBU-57 Massive Ordnance Penetrator, diseñada específicamente para destruir objetivos subterráneos reforzados.
Siete bombarderos furtivos B-2 Spirit, operados por la 509th Bomb Wing desde la Base de la Fuerza Aérea Whiteman, en Misuri, fueron los protagonistas del ataque. Cada aeronave transportaba dos bombas GBU-57 de 13.600 kilogramos (30.000 libras), arrojando un total de 14 de estas municiones sobre los complejos de enriquecimiento de uranio en Fordo y Natanz. El ataque se complementó con el lanzamiento de más de dos docenas de misiles de crucero Tomahawk desde un submarino de la Armada de los Estados Unidos contra una instalación en Isfahán.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, informó a la prensa que “nuestros B-2 entraron, salieron y regresaron sin que el mundo se enterara”. Fuentes del Pentágono afirman que la operación alcanzó sus objetivos con alta precisión, neutralizando componentes críticos del programa nuclear de Irán, país que, por su parte, niega daños de envergadura y promete una respuesta.
Detalles de la Operación Midnight Hammer
- Aeronaves Principales: 7 bombarderos furtivos B-2 Spirit.
- Armamento Clave: 14 bombas GBU-57 "bunker buster" y más de 24 misiles de crucero Tomahawk.
- Total de Aeronaves Involucradas: 125 (incluyendo bombarderos, cazas, cisternas y aeronaves de apoyo).
- Objetivos: Instalaciones nucleares subterráneas en Fordo, Natanz y un complejo en Isfahán.
- Duración de la Misión B-2: Superior a las 30 horas, con múltiples reabastecimientos aéreos.
Una orquesta aérea de 125 aviones
La cifra de 125 aeronaves involucradas revela la complejidad de una operación de esta magnitud. Más allá de los siete B-2 Spirit, un paquete de ataque de largo alcance requiere una coreografía precisa de múltiples aeronaves de apoyo para garantizar el éxito de la misión. Este componente aéreo es fundamental para crear un corredor seguro para los bombarderos, suprimir las defensas enemigas y asegurar su retorno.
El soporte incluyó varias escuadrillas de cazas de superioridad aérea F-22 Raptor. La función primordial de estos cazas de quinta generación, gracias a sus avanzadas capacidades de sigilo y sensores, es la de "barrido", volando por delante del paquete principal para detectar y neutralizar cualquier amenaza aérea, como cazas interceptores enemigos, sin ser detectados. Su presencia asegura que los B-2, menos ágiles, puedan concentrarse en su objetivo primario.
Para una misión de más de 30 horas, el reabastecimiento en vuelo es crucial. Decenas de aviones cisterna, probablemente una combinación de KC-135 Stratotanker y los más modernos KC-46A Pegasus de Boeing, se posicionaron estratégicamente a lo largo de la ruta de vuelo para reabastecer tanto a los bombarderos como a su escolta.
Adicionalmente, el paquete de ataque incluyó una completa gama de aeronaves de Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento (ISR). Estas plataformas, cuyas designaciones exactas permanecen clasificadas, son responsables de monitorear en tiempo real las emisiones de radar y comunicaciones del adversario, proveyendo inteligencia vital y alerta temprana. También es probable la inclusión de aeronaves de guerra electrónica, como el EA-18G Growler de la Armada, especializadas en la supresión de defensas aéreas enemigas (SEAD) mediante la interferencia de sus radares.
Una ejecución furtiva y compleja
La operación se caracterizó por su sigilo y el uso de tácticas de engaño. El General Dan Caine, jefe del Estado Mayor Conjunto, explicó que todo era “parte de un plan para mantener la sorpresa táctica”. Esto incluyó el vuelo de un grupo de bombarderos B-2 como señuelo, mientras la fuerza de ataque principal se dirigía hacia el este con mínimas comunicaciones.
Los bombarderos B-2 Spirit, fabricados por Northrop Grumman, son aeronaves con diseño de ala volante y materiales que absorben las ondas de radar, lo que les confiere una muy baja detectabilidad. Estas características permitieron que la incursión se realizara sin que los sistemas de defensa iraníes la detectaran.
La GBU-57 MOP es un arma guiada por GPS diseñada para penetrar hasta 60 metros de tierra y hormigón antes de detonar, lo que la convierte en la munición idónea para atacar instalaciones subterráneas como la de Fordo. El primer impacto se registró a las 2:10 a.m., hora de Teherán.
El ataque marca un punto de inflexión en las operaciones aéreas modernas. El General Caine declaró que “esta fue la mayor incursión operativa de B-2 en la historia de Estados Unidos y la segunda misión más larga jamás volada por un B-2, superada solo por las realizadas en los días posteriores al 11 de septiembre”.
El Pentágono destacó la participación de una piloto femenina entre las tripulaciones de los B-2. Tanto Irán como el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) informaron que no existen indicios inmediatos de contaminación radiactiva en las zonas atacadas. La comunidad internacional observa con atención la evolución de la situación en la región.
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