Israel bombardea Irán: destruye Natanz y elimina líderes del IRGC
La IAF ejecutó 5 oleadas con más de 330 municiones en un ataque aéreo coordinado.
Bajo el nombre clave “Am KeLavi" —una expresión bíblica que alude a la fuerza de Israel como “pueblo como león”—, el ataque movilizó más de 200 aeronaves de combate, incluyendo plataformas F‑15, F‑16 y probablemente también F‑35I, que completaron cinco oleadas iniciales con el lanzamiento de más de 330 municiones sobre aproximadamente 100 objetivos. Entre ellos se incluyen instalaciones nucleares, centros de mando y control, sistemas de defensa aérea, baterías de misiles balísticos y otras infraestructuras militares clave.
El vocero de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) confirmó que decenas de objetivos fueron neutralizados, entre ellos el mayor sitio de enriquecimiento de uranio en Natanz. La operación también buscó eliminar físicamente a la cúpula militar iraní y de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC).
Durante la rueda de prensa, el general Daniel Hagari presentó imágenes satelitales y simulaciones tridimensionales del daño causado en las profundidades del complejo nuclear, destacando que se logró afectar infraestructuras críticas necesarias para mantener operativo el programa nuclear iraní.
“No nos quedaba otra opción que actuar ante esta amenaza existencial. Irán ha estado desarrollando un arsenal nuclear durante años, desafiando sistemáticamente las resoluciones internacionales. Hoy le hemos infligido un golpe severo a sus ambiciones atómicas”, afirmó Hagari.
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Puñalada al corazón del programa nuclear iraní
El objetivo principal y más simbólico del ataque fue el complejo nuclear de Natanz, la mayor instalación de enriquecimiento de uranio de Irán, situada a 1.500 kilómetros de Israel. Según el portavoz militar Brig. Gen. Efi Defrin, los ataques provocaron un "daño significativo" en la instalación.
Se golpeó específicamente el complejo subterráneo que alberga una sala de enriquecimiento de varios pisos con miles de centrifugadoras, así como la infraestructura eléctrica y de soporte crítico para su funcionamiento. El objetivo: detener en seco la capacidad de Teherán para enriquecer uranio a grado militar.
Una misión de esta magnitud requirió aviones con gran alcance, como los F-35I “Adir” y F-15I “Ra’am”, una planificación meticulosa para la supresión de defensas aéreas enemigas (SEAD/DEAD), y un intenso esfuerzo logístico, incluyendo reabastecimiento en vuelo.
Golpe de decapitación
Entre los objetivos prioritarios también se encontraban figuras clave del aparato militar iraní. El comandante del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica, Hossein Salami, junto al jefe del Estado Mayor iraní, Mohammad Hossein Bagheri, fueron abatidos en un ataque contra una base subterránea de mando en el oeste de Irán.
Asimismo, el general Amir Ali Hajizadeh, comandante de la Fuerza Aeroespacial del IRGC, fue neutralizado mientras supervisaba presuntos planes de represalia inminente contra Israel. Hajizadeh fue responsable directo de los ataques con drones y misiles contra objetivos israelíes en octubre de 2024 y abril de 2025. Junto a él fueron abatidos el comandante de la división de UAVs y el jefe del comando de defensa aérea del IRGC.
Preparación, inteligencia y coordinación
El éxito de la operación se debió en gran parte a una campaña de inteligencia profunda y sostenida, liderada por el jefe del Aman (Inteligencia Militar), el general Tamir Eshlov. Equipos especializados en recolección de señales, espionaje cibernético y reconocimiento operativo trabajaron durante meses en la identificación y validación de objetivos.
“La información recopilada no solo nos permitió localizar las instalaciones nucleares, sino también anticiparnos a los movimientos del alto mando militar. La combinación entre tecnología de vanguardia y trabajo encubierto en terreno fue fundamental”, señaló Eshlov.
La ofensiva se desplegó en oleadas coordinadas. Las primeras se centraron en neutralizar la capacidad de respuesta inmediata de Irán. Según informes de inteligencia de fuentes abiertas (OSINT) y material difundido por el Mossad, se llevaron a cabo operaciones en tierra para destruir lanzaderas de misiles tierra-aire y sabotear baterías de misiles balísticos en preparación.
También se habrían utilizado drones lanzados desde dentro del propio territorio iraní, posiblemente por células encubiertas, para atacar un sitio de misiles cerca de Teherán, impidiendo una reacción inmediata.
Posteriormente, la IAF ejecutó una campaña SEAD a gran escala en el oeste de Irán, destruyendo "docenas de radares y lanzadores de misiles SAM", según un comunicado oficial. Esto permitió abrir corredores aéreos seguros para que las formaciones principales alcanzaran objetivos de alto valor como Natanz.
Las oleadas subsiguientes se enfocaron en la infraestructura misilística del IRGC, con intensos ataques cerca de Tabriz, en el noroeste del país. La IAF destacó la destrucción de un “mecanismo de lanzamiento único” camuflado dentro de contenedores de transporte, una evidencia del papel crítico de la inteligencia infiltrada en la operación.
Limitada respuesta inicial de Irán
En respuesta, Irán lanzó un enjambre de más de 100 drones hacia territorio israelí, la mayoría de los cuales fueron interceptados por el sistema de defensa aérea multicapa. Varios países de la región —entre ellos Irak, Jordania e Irán— cerraron sus espacios aéreos, provocando desvíos y cancelaciones masivas de vuelos comerciales y militares.
EE.UU.: coordinación estrecha, sin participación activa… aún
Aunque el ataque fue ejecutado sin participación directa de activos estadounidenses, fuentes oficiales confirmaron que se realizó en “plena coordinación” con Washington, según declaró el secretario de Estado Marco Rubio horas después del inicio de la operación.
Rubio advirtió que “Irán no debe atacar intereses ni personal estadounidense”, y subrayó que las fuerzas estadounidenses en la región han tomado todas las medidas necesarias para protegerse.
De acuerdo con una investigación del Jerusalem Post, Israel está intentando convencer a la administración Trump de sumarse a las operaciones aéreas en curso, que podrían extenderse durante días o incluso semanas. Esta nueva fase buscaría explotar la disrupción inicial para desmantelar la capacidad nuclear y misilística de Irán, y debilitar profundamente la estructura de poder del régimen.
En su cuenta de Truth Social, el presidente Donald Trump escribió:
“Le di a Irán oportunidad tras oportunidad para llegar a un acuerdo. Les dije, en los términos más firmes, ‘solo háganlo’, pero nunca lograron concretarlo. Aún hay tiempo para poner fin a esta masacre y la siguiente… Irán debe hacer un acuerdo, antes de que no quede nada.”

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