Israel bombardea Doha: eliminación selectiva de líderes de Hamás
Con 15 cazas, Israel llevó a cabo un ataque quirúrgico contra Hamás en Catar.
La Fuerza Aérea de Israel (IAF), en coordinación con la agencia de inteligencia Shin Bet, ejecutó el 9 de septiembre un ataque de precisión en Doha, capital de Catar, contra altos mandos del ala política y operativa de Hamás. La acción, sin precedentes en territorio catarí, forma parte del denominado Operativo Cumbre de Fuego y buscaba eliminar a integrantes clave del equipo negociador del grupo islamista.
“Autorizados. Adelante. No descansaremos hasta traer de regreso a nuestros rehenes y derrotar a Hamás”, expresó el jefe del Estado Mayor de las FDI, teniente general Herzi Halevi, al aprobar la salida de los cazas.
El ataque representa no solo un hito militar, sino un punto de inflexión geopolítico, al producirse en el país que ha actuado como principal mediador en las negociaciones de alto el fuego entre Israel y Hamás, con respaldo de EE. UU. y Egipto.
Ataque selectivo
Según fuentes israelíes citadas por medios como Ynet y N12, al menos 15 aviones de combate participaron en la operación, atacando con municiones guiadas un único edificio residencial donde se había reunido una célula de alto nivel de Hamás. Se trataría de una acción planificada durante meses, con base en inteligencia acumulada sobre movimientos recientes del liderazgo del grupo.
Fuentes de defensa estiman que seis altos mandos de Hamás fueron eliminados, aunque no hay confirmación oficial sobre sus identidades. Según Israel Radar, el objetivo habría sido el equipo negociador que discutía una nueva propuesta de alto el fuego.
El comunicado de las FDI subraya que se tomaron medidas para minimizar daños colaterales, incluyendo verificación de inteligencia en tiempo real y empleo de armamento de precisión.
Doha: indignación oficial y negación de aviso previo
La operación provocó una fuerte condena del gobierno de Catar, que la calificó como una “agresión criminal” y “violación flagrante del derecho internacional”. El vocero del Ministerio de Relaciones Exteriores, Dr. Majed Al Ansari, negó rotundamente que Doha haya sido notificada previamente, contradiciendo versiones surgidas en medios estadounidenses.
“El contacto con un funcionario de EE. UU. se produjo mientras se escuchaban las explosiones”, afirmó Al Ansari, negando cualquier coordinación previa.
El gobierno catarí advirtió que no tolerará acciones que pongan en riesgo su seguridad y anunció una investigación al más alto nivel. Asimismo, se reserva la decisión de ejecutar una acción de retaliación cuando y como lo considere oportuno.
Trump se desmarca: “No fue mi decisión”
El expresidente estadounidense Donald Trump, actual comandante en jefe, intentó contener el impacto diplomático con un comunicado oficial publicado en redes sociales. En él, aclaró que la decisión del ataque fue tomada unilateralmente por el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu y no contaba con el aval estadounidense.
“Bombardear unilateralmente dentro de Catar, una nación soberana y aliada cercana de EE. UU., no avanza los objetivos de Israel ni de Estados Unidos”, señaló Trump.
Según su declaración, el Departamento de Defensa informó a la Casa Blanca de la operación cuando ya estaba en marcha. Trump ordenó a su enviado especial, Steve Witkoff, alertar al gobierno catarí, pero la notificación fue “demasiado tardía para detener el ataque”.
En su declaración, Trump también pidió públicamente la liberación de todos los rehenes y cadáveres, y expresó que este incidente debería verse como una “oportunidad para la paz”.

En paralelo, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, condenó el ataque unilateral por parte de Israel, enfatizando que “socava los intereses de EE. UU. e Israel”.
La desestabilización como estrategia
El ataque israelí en Doha podría marcar algo más que un hito operacional en la campaña contra Hamás: sugiere una posible inflexión en la manera en que Israel concibe la relación entre acción militar y presión diplomática en el entorno regional. Golpear en suelo catarí —país que ha alojado históricamente a parte del liderazgo político del grupo islamista y que cumple un rol central como mediador— podría interpretarse como una forma de reconfigurar el tablero negociador y alterar los márgenes de maniobra de los actores involucrados.
Catar ha negado haber sido informado con antelación y el impacto político del ataque es innegable. La operación ocurre en un momento en que Doha, junto con Egipto y Estados Unidos, intenta reactivar las conversaciones para un alto el fuego. En ese contexto, la acción israelí pone bajo presión el rol de Catar como interlocutor confiable, al tiempo que reaviva tensiones con Washington.
Más allá del resultado operativo —aún sujeto a verificaciones—, la acción en Doha confirma que Israel está dispuesto a expandir su campo de operaciones mucho más allá de Gaza y los países vecinos, incluso si eso implica asumir costos diplomáticos inmediatos.
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