
Un día como hoy pero hace 18 años, es decir, el 3 de noviembre de 1996, tuvo lugar lo que considero mi primera «gran aventura» motivada por la pasión/locura/fanatismo por la aviación.
Yo tenía 14 años y ya llevaba unos tres años «sumergiéndome» en el mundo de la aviación, el cual cada vez me apasionaba más. Mi futuro profesional no lo veía en otro lado, y estaba convencido de que sería piloto comercial.
No me resultaba nada fácil. Mi familia no estaba ligada ni por casualidad a la aviación en ninguna de sus formas ni tampoco tenía amigos o conocidos que me orienten en el tema. Además, la world wide web todavía estaba en pañales, por lo que buscar información era complicado.
El único nexo que tuve en mi infancia con la aviación era la esposa (luego ex) de un tío que trabajaba para VARIG en Asunción del Paraguay, Dalia, quien solía traerme folletos y merchandising de la compañía cuando yo era más chico (luego se fue a United). Pero tras divorciarse de él se fue a vivir a Brasil.
Así que de repente en mi familia surgió un «loco de los aviones» y no sabían muy bien como tratarlo ni como canalizar esa locura. Sí, desde ya, me compraban cuanta revista o libro yo les pedía sobre el tema, las cuales en la Resistencia de comienzos de los 90 escaseaban. También, por ejemplo, siempre les pedían a sus amigos que viajaban que les traigan para mí cosas como pasajes, cartillas de seguridad, revistas de abordo, cubiertos, etc., y así fui armando mi gran colección de lo que luego bauticé como ODLAC (Objetos de la Aviación Comercial).

En fin, mediados de los 90, ya tenía cientos de revistas Avion Revue, Alas, Aeroespacio y Airline 92 (entre otras), también muchísimas cartillas, cubiertos, tarjetas de embarque, tickets, y un largo etcétera, pero, faltaba algo más, necesitaba vivir aún más a la aviación comercial, al margen de los ocasionales vuelos que podía hacer a Buenos Aires.
Resulta que a mediados de 1996 empezó a operar, basada en Resistencia, ALTA (Asociados Latinoamericanos de Transporte Aéreo), filial de la compañía chilena del mismo nombre, y heredera de la desaparecida Aerochaco, con vuelos diarios hacia Córdoba, Posadas, Santa Fe, Rosario y Tucumán en hermosas aeronaves Beechcraft 1900C con capacidad para 19 pasajeros.
Imagínense el impacto que fue para mí, incipiente loco de los aviones, el tener una aerolínea basada en mi propia ciudad! (a la que sólo volaba Austral con un vuelo diario). Tenía que experimentarla.
Fue así que pude convencer a mis viejos de que me dejen tomar un vuelo solo en ALTA, ida y vuelta hasta Posadas en el mismo día. No fue muy fácil hacerlo. De nuevo, esto de tener un «loco de los aviones» era algo nuevo para la familia.
Y, entonces, el 30 de octubre de 1996 cerca de las 19 horas, con una leve llovizna sobre Resistencia, orgullosamente entré a las oficinas de ALTA (que estaban en Av. 25 de Mayo esquina Donovan) y compré un pasaje ida y vuelta a Posadas para el 3 de noviembre. El agente me miró algo sorprendido ¿Ida y vuelta en el mismo día? «Sí, sólo quiero volar». Pagué los 90 pesos/dólares, y me fui feliz con los pasajes en mano.
Los tres días siguientes se me hicieron eternos. Hasta que el domingo 3 de noviembre a las 13:30 mis viejos me llevaron al aeropuerto de Resistencia. Era un hermoso día primaveral, cielo con algunas nubes, temperatura cercana a los 30°C. La terminal del aeropuerto, vacía. Sólo el personal de tráfico de ALTA. Resulta que yo era el único pasajero. No voy a mentirles, eso me decepcionó un poco. Por un lado, porque yo quería vivir una experiencia normal de vuelo, con un avión repleto, y por otro porque no me daba buen augurio sobre el futuro de la aerolínea.
Pero bueno, tampoco me desanimé, seguía con la sonrisa de lado a lado de la cara por estar a punto de tener esta experiencia tan particular a mis 14 años. Ver al hermoso Beechcraft 1900C en plataforma fue la gloria.
Cerca de las 14:30 me llaman a embarcar. Sorpresa, apareció un pasajero más. Pero tampoco era un pasajero normal: era el sobrino del agente de tráfico de ALTA, a quien aprovecharon para invitar a volar dada la casi nula ocupación del vuelo.
Puntualmente se cerraron las puertas y empezamos a rodar. Speech del comandante, y unos minutos después despegamos de Resistencia. Me sentía feliz por saberme uno de los millones de pasajeros que surcaban los cielos ese día. Y más aún por estar haciendo una ignota ruta en una pequeña aerolínea regional.
Como saben, el Beechcraft 1900C, como otras aeronaves de su categoría, no posee un panel divisorio entre la cabina de pasajeros y la de pilotaje, así que uno puede ir disfrutando casi la misma vista que los pilotos. Durante el vuelo, siendo casi el único pasajero, y habiendo sido alertados los pilotos de mi locura por la aviación, éstos muy amablemente me dejaron acercarme hacia la cabina, hacer preguntas, etc. Yo ya estaba conmocionado.
Alrededor de las 15:15 iniciamos el descenso hacia el aeropuerto Libertador General San Martín de la ciudad de Posadas, en donde también nos esperaba un hermoso día. El aeropuerto, desierto.
Los pilotos descendieron de la aeronave y básicamente me dijeron «entrá a la cabina, sentate, recorré el avión, lo que quieras». Y eso fue lo que hice, desde ya sin tocar ni un botón :P.
En Posadas embarcaron otros dos pasajeros, así que dejé de ser el único (pago, acuérdense que también viajaba un ¿sublo?). Los recuerdo muy bien: una señora mayor, de unos 70 años, y un hombre de unos 40. Con el hombre crucé algunas palabras, y me dijo que todas las semanas tomaba ese vuelo, ya que trabajaba en Posadas pero era de Córdoba. ALTA le permitía ir desde Posadas con conexión en Resistencia. Revisando el time table de ALTA de la época, efectivamente el tiempo de conexión era de apenas 30 minutos. A las 17:06 el mismo avión salía hacia Córdoba. Pero todos los pasajeros descendían en Resistencia, no esperaban adentro de la aeronave ¡Qué hub el de Resistencia!

Pasadas las 16:30 del domingo arribamos a Resistencia, y así llegó a su fin mi primera «gran aventura aeronáutica». Mis viejos, felices de recibirme, casi como si hubiese dado la vuelta al mundo. Eran otras épocas, y ni se imaginaban las otras aventuras que me esperaban, je.

Al día siguiente en el colegio, cuando con mis compañeros hablábamos de qué habíamos hecho el fin de semana, pocos me creyeron que el domingo me había ido hasta Posadas y regresado en menos de dos horas. Tuve que mostrarles los pasajes, y días después, las fotos y videos para convencerlos. Así y todo, les costaba creer que una persona era capaz de hacer eso por el sólo hecho de «volar en avión». Para ellos también era toda una novedad el tener que tratar con un «loco de los aviones».
Aunque ya estaba enamorado de la aviación, esa pequeña experiencia terminó de conquistarme para siempre. Después, algunos «boludeos» adolescentes me alejaron del camino de convertirme en piloto comercial.
Mi camino profesional principal tomó otro rumbo, pero de todas maneras esa pasión que creció tanto en aquel vuelo de hace 18 años es la que me llevó a hacer (y me sigue motivando a mantener) AeropuertosArgentinos.com, mi «cable al aire» como me gusta llamarlo.
Y todavía no pierdo la esperanza de en algún momento girar nuevamente el rumbo e insertarme de lleno en la aviación, sea trabajando para alguna aerolínea u organismo estatal como la ANAC o el ORSNA.
Les debo para otra publicación algunos detalles más sobre la operación de ALTA. Tengo mucho material al respecto. Así también, el video de este viaje, cuya digitalización está en proceso y espero tenerla esta semana.