Diazpez de Las Cuatro Décadas
Hace exactamente un año (genio) cumplía 39 años. Estaba en un trabajo que odiaba con ganas, al que había entrado mitad por ambición económica, mitad por que en lo que hacía, era llegar a las grandes ligas.
Meses antes, en el medio de unas vacaciones en el Sur Argentino, tomé la decisión a partir de una frase. Estabamos charlando con el tío de mi mujer, que es un referente mío desde hace un buen tiempo. Le conté que me habían llamado de una empresa, a la que le había dicho que no tres veces antes, y que me ofrecían un paquete de beneficios impresionante. Me dijo, simplemente: «entrar ahí es jugar en el Real Madrid; no querés jugar en el Real Madrid?»
Salvo algunos momentos y algunas personas, odié ese club. Yo jugaba de 5 y me pusieron de 7. Cuando llegó el momento de irme, no lo sufrí. Llegué a casa y me di un chapuzón, y descansé. Por primera vez en meses.
Un día, dentro de ese descanso, en ese sabático autoimpuesto, me di cuenta que hacía rato venía haciendo lo que sabía, sin darle mucha relevancia a lo que quería hacer. Y volví a eso que siempre me hizo feliz, desde chico. A los aviones.
Volví a repasar la industria, ver sus cambios, analizar para donde va. Tal vez tuvo mucho que ver que son tiempos de cambio, de romper paradigmas, en Argentina, en la región y a nivel global. Hay mucho que contar. Mucho que aprender. Juntos. Entre todos.
A partir de aquel casamiento y la tía Lily, me di cuenta que hay un público que quiere saber un poco más. Las premisas que me puse en un principio siguen estando. Lo que sí, el crecimiento de esta pequeña idea, que luego fue proyecto y hoy es el inicio de vaya uno a saber qué, se llevó puesta cualquier estimación.
Hoy cumplo 40, y más allá del cambio de década, hoy siento que tengo muchas cosas para celebrar. Tengo una familia hermosa, que vio crecer este espacio minuto a minuto y hoy disfruta conmigo de cada pequeño hito. Tengo una madre que no tiene ni idea de qué es un blog, qué es twitter y casi que no sabe cómo se usa whatsapp, pero que cada tanto me pregunta «como va eso de la internet».
Tengo amigos que saben que esto es importante, y aunque ya no nos juntamos en la vereda de Olga a hablar del Valkyrie hasta las cuatro de la mañana, cuando viajan me mandan fotos «para el blog».
Y los tengo a ustedes. Que le dan sentido a esto, que hicieron que crezca y que sólo sea el principio. Que hicieron que esto pase de ser un hobby a una opción de carrera. Que han logrado cosas imposibles.
En los próximos días, uno de esos imposibles será protagonista. Y estarán conmigo en cada momento de esa travesía. Como siempre, gracias eternas por hacer de este espacio su espacio. Nuestro espacio.
Más tarde viene la familia a casa. Habrá algo de comida, habrá algo de bebida. Muchas risas, algunos regalos. Pero lo más importante, ya lo tengo. Y se resume en un gesto hermoso de mi mujer.
Hace un mes que busca un reloj para regalarme. Se leyó la historia de los relojes de aviadores, para descubrir que el primero se lo hizo Cartier a Santos Dumont. Buscó, buscó con mil requisitos. Encontró uno que los cumple todos. En la malla, hizo grabar dos palabras. Las encuentro un consejo, una orden, un mandato. Una necesidad, una obligación. Dicen un millón de cosas esas dos palabras. Dicen todo. Que sirva como todo eso, para ustedes que leen y le dan sentido a todo esto hermoso que me está pasando, y que hace un año, cuando cumplí 39, ni me imaginaba. La malla del reloj dice, simplemente:
Volá Alto.