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Avianca Argentina y la Nueva Ruta a Santa Fe: El ATR Haciendo lo Que Sabe Hacer, Parte 1

Ayer, por invitación de la gente de Avianca Argentina, tuve la chance de subirme al vuelo inaugural de la ruta a Santa Fe, capital de la provincia. La idea de este post, más allá de la ruta en sí, es derribar algunos mitos sobre el avión elegido por Avianca, el ATR 72-600, y también sobre el servicio.

Necesitamos refutar dos grandes ideas establecidas: la primera, que el ATR, desde el punto de vista del pasajero, es diametralmente diferente en lo que respecta a la experiencia que lo que provee un avión más grande. La segunda, que Avianca es Low Cost. Comencemos con la crónica del día, que estuvo lleno de cosas.

Había que presentarse a las 6:30am en los mostradores de Avianca en Aeroparque. Llegué un poco antes, estacioné en el descubierto (a menos que haya tormenta con amenaza de granizo, siempre dejo el auto mirando hacia la pista. Que se pase el día viendo aviones, ya que está. Avgeek yo? Nah.) y como siempre, me acerqué a la reja.

Y aunque no se vea mucho, siempre hay algo para mirar.

Me acerqué al check-in, fue un proceso muy rápido. Primero que nada porque la cantidad de pasajeros es baja (70 plazas) y porque poca de la gente que estaba en la fila (no es representativo del total del pasaje, pero tampoco en la cinta en destino vi demasiado) no había despachado equipaje.

De ahí, a un veloz desayuno con un amigo: Sir Chandler. Apuramos el café del Mc Donald’s y nos fuimos hacia el embarque.

Poco después de esperar en la puerta de embarque (que era la 5, pero finalmente fue la 1), nos subimos a los micros y fuimos hacia el sector norte, a la derecha del estacionamiento descubierto.

Una vez arriba del avión, empieza la parte que Doña Rosa no quiere: Doña Rosa necesita. Saber qué tal el ATR.

La verdad es una: a nivel confort, es tan cómodo (o incómodo) como un 737 o un 320. Listo. Lo dije. Es más, el asiento es un tanto más ancho que el del MAX, que tuve chances de probar en el Vuelo Federal. El pitch (o sea, espacio entre asientos) es tan tacaño como en los reactores más grandes, y el asiento está pensado para aprovechar al máximo ese espacio: la feta de plástico del de adelante tiene un hundimiento adicional que permite ganar algo de espacio para las rodillas.

El asiento feta. Y un detalle: ese coso gris no es un botón. Lo aviso para que no se pase el vuelo tocando a ver qué hace.

No quita que si usted mide más de 1,85 y el de adelante reclina el asiento no necesite una operación de meniscos ni bien se baje, pero le va a pasar en cualquier asiento de económica de domésticos o regionales. Es lo que hay. De todos modos, para un vuelo de la duración del que vamos a hacer, el confort de cabina es destacable.

Dejo unas fotos más del interior, con el panel superior.

Dicen los TCP que si uno toca el botón del medio, ése del tipo parando un taxi con desgano, empiezan las turbulencias. Y yo les creo.

En relación con el ruido, es sabido que los turbohélices son más rumorosos que los jets. Pero en el interior del ATR con una insonorización destacable, no se siente más ruido del que se puede sentir en un 737-800. El MAX corre con cierta ventaja porque es de una generación posterior, pero en igualdad de condiciones, la diferencia es imperceptible.

El otro gran detalle, tiene que ver con una confusión habitual: Avianca no es Low Cost. En un vuelo de una hora y apenas poquito más, ofrecieron un jugo de frutas (podía ser manzana o naranja: elegí manzana a la ida y a la vuelta, porque me gusta ser impredecible, pedí uno de naranja.) y un paquete de snacks o un alfajor.

Saqué siete fotos, esta es la mejor. En serio.

Para tener una referencia del ruido a bordo, les dejo la secuencia de despegue del ATR 72-600 de Avianca desde el asiento 11A, es decir apenas atrás del escape del motor 1. Saquen sus propias conclusiones.

El vuelo, de una hora, fue cómodo y entregó algunas imágenes bonitas para compartir.

Brilla, ATR Loco.

Una vez en Santa Fe, pude sacarle más fotos a esta belleza de bicho.

 

En el medio del día, recorrimos un poco de la ciudad: la cancha de Colón, la plaza principal, nos fuimos a dar una vuelta a Cervecería Santa Fe, comimos en el patio cervecero y después a una recorrida en catamarán. Luego, una recorrida veloz al Hotel Los Silos, que con sus paredes redondas es muy interesante. Pero eso quedará para la segunda parte, donde hay más fotos y más videos.

 

Pablo Díaz (diazpez)
Pablo Díaz (diazpez)
Director Editorial de Aviacionline. Ante todo, data-driven.

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4 COMENTARIOS

  1. Que lo tiró! Ya lo dice el dicho, Dios los cría y el viento de las hélices los amontona. Se juntaron los defensores de que se fabrican los aviones a Hélice.
    Del ruido que hacen esos aviones no pueden pensar con claridad y por eso defienden lo indefendible.
    Viajen ustedes en esas cáscaras de nuez.
    Saludos cordiales.

  2. Hice el mismo trayecto, Santa Fe Bs As. El servicio de la tripulación muy bueno pero el ruido adentro en fila 3 es tremendo.
    Todavía me duelen los oídos

    • Yo desde donde estaba (14 A, atrás del motor) no lo noté tan alto, pero también es cierto que años de Heavy Metal en auriculares hace que esté cerca de la sordera.

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